No te amargues: ¡perdona!

INDICACIONES PARA MAESTROS SOBRE LOS RECURSOS DIGITALES

En la lección, la información que debes conocer está escrita en letra normal, y lo que se recomienda decir o leer en voz alta a los niños está en negrita. Todos los recursos para cada lección, incluyendo la Guía para el Maestro, la Página del estudiante, la Tarjeta de conexión familiar y otros materiales, pueden descargarse en un archivo ZIP haciendo clic en el siguiente enlace:

En algunas lecciones encontrarás "Artículos de recurso". Estos son textos escritos por expertos de todo el mundo que ayudan a los maestros en su labor con niños y adolescentes. Pueden compartirlos con padres o tutores si lo consideran apropiado.

Enfoque en la Formación Espiritual

Materiales
  • Biblia
  • Cebolla
  • Jarra de agua
  • Sal
  • Toalla o trapo
Materiales opcionales
  • Cartel del Versículo para Memorizar
  • Papel
  • Lápices
  • Páginas del Alumno

Devocional del maestro

No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Levítico 19:18

Todos alguna vez nos hemos enojado cuando alguien nos ha agraviado. A veces, ese enojo da vueltas en nuestra cabeza, como si estuviéramos removiendo un guiso en una olla. Aunque está bien que reconozcamos cuando hemos sufrido un agravio, Dios no quiere que tengamos resentimiento en el corazón. Él sabe que el resentimiento nos perjudicará a nosotros aún más que a la otra persona. Por esta razón, dijo a su pueblo que no guardara rencor. En lugar de esto, Dios quiere que el amor caracterice nuestras relaciones.

Piensa en algún mal que te han hecho recientemente o en algún momento en el pasado. ¿Regresa el agravio y remueve el enojo o el resentimiento que sientes? Si es así, permite que Dios limpie tu corazón y te quite el resentimiento. Si dejas que el resentimiento haga morada en tu corazón, será como un veneno de amargura que termine dando sabor a toda tu vida. Pide a Dios que te muestre cualquier cosa que esté provocando amargura en tu corazón. Entrega esas heridas a Él, al dulce sanador. Tú puedes confiarle tu corazón, y también el de la otra persona.

Conexión familiar

Informa a los padres o tutores de tus alumnos que esta es la última lección de la unidad del perdón. Los niños aprenderán que no tienen que dar lugar a la amargura después de un agravio.

Consejo para el docente: Si es posible, envíe por correo electrónico o mensaje de texto la tarjeta de conexión familiar a las familias de sus estudiantes.

La Lección

1. Conexión:

Hacer un juego de persecución sobre las consecuencias de la falta de perdón.

Reúne a los niños para que jueguen a la persecución. Pide dos voluntarios. Uno de ellos será “Enojo” y el otro será “Perdón”.

Vamos a jugar a la persecución (llamarlo según sea el nombre que tenga este juego en tu país). El primer voluntario es “Enojo” y el segundo es “Perdón”. Ustedes no deben dejarse tocar por “Enojo”, porque si es así, tendrán que quedarse congelados. No podrán moverse, sino que deberán quedarse quietos en el lugar donde fueron tocados. “Perdón” intentará tocar a “Enojo”. Cuando “Perdón” toque a “Enojo”, entonces “Perdón” puede señalar alguien que está congelado y, entonces, esa persona quedará libre para correr de nuevo.

“Enojo” tratará de no dejarse agarrar por “Perdón”.

Jueguen por unos cinco minutos. Después reúne a todos y diles que se sienten para hablar acerca del juego.

Durante las últimas semanas hemos aprendido sobre el perdón.

¿Quién puede decirnos qué es el perdón?

¡Sí! El perdón es la decisión de soltar u olvidar un daño o una ofensa que hemos sufrido. Significa soltar el enojo y la amargura que tenemos en nuestro corazón por ese mal que nos hicieron. Para los cristianos, es la decisión de confiar que Dios se encargará del dolor y de las consecuencias de ese mal.

Estar enojado con alguien, y seguir enojado en lugar de perdonarlo, es similar al juego de la persecución. El enojo nos deja congelados y nos impide seguir adelante con la vida. Estamos atrapados y no podemos escapar de la pena y el dolor que la persona nos causó.

Podemos pensar que perjudicamos a la persona que nos hizo daño cuando nos aferramos a nuestro enojo y no la perdonamos. Pero solo nos causamos más dolor a nosotros mismos cuando no queremos perdonar. Cuando no perdonamos a los que nos han herido, podemos amargarnos. Aferrarnos al enojo y no perdonar a los demás, ¡hasta puede enfermarnos!

Piensen todos en algo amargo para comer. Ahora, hagan muecas para mostrar lo que sienten cuando comen algo amargo. Miren alrededor para ver las caras de los demás. ¿Quisieran pasar por la vida con ese aspecto? ¡No! No queremos que el veneno de la amargura nos dé una cara tan fea.

2. Enseñanza:

Aprender sobre las consecuencias de no perdonar y escuchar lo que Jesús enseñó sobre el perdón (Mateo 18:15, 21–22).

Pide a los niños que se paren en el centro del salón. Señala hacia un lado del salón y diles que representa el “Perdón”. Señala hacia el otro lado y diles que representa la “Falta de perdón”. Diles que vas a leer una lista de síntomas físicos y emocionales. Si piensan que el síntoma podría provenir del perdón, deben ir hacia el lado del “Perdón”. Si piensan que el síntoma podría provenir de la falta de perdón, deben ir al lado de “Falta de perdón”.

Haz una pausa después de cada síntoma para que los niños puedan ir al lado que decidan. Diles la respuesta correcta. A continuación, lee el siguiente síntoma. Dependiendo del tiempo, lee todos o algunos de los síntomas mencionados.

Consejo para el maestro: Muchos médicos cristianos, y también no cristianos, están de acuerdo sobre los graves efectos, incluso mortales, que la falta de perdón tiene sobre la salud física y emocional. ¡Los libros de medicina incluso presentan la falta de perdón como una enfermedad! Aunque no todas las personas experimentan todos estos síntomas, el aferrarse a la falta de perdón aumenta las posibilidades de tener estos síntomas negativos.
  • Sentimientos de amargura y odio (falta de perdón)
  • Menor capacidad de luchar contra la enfermedad (falta de perdón)
  • Mayor capacidad de pensar con claridad y tomar buenas decisiones (perdón)
  • Pérdida de amigos y otras relaciones (falta de perdón)
  • Buen sueño (perdón)
  • Ansiedad frecuente o constante (falta de perdón)
  • Sentimientos de libertad y alegría (perdón)
  • Relaciones más sanas (perdón)
  • Sentimientos de depresión o desesperanza (falta de perdón)

Felicita a los niños por sus respuestas y pídeles que se sienten.

Perdonar a los demás puede ayudarte a estar más saludable y te hace sentir mejor mental y emocionalmente. Si perdonas a los demás también puedes sentirte libre del dolor, el enojo, la amargura y la tristeza que has sentido.

Dios entiende el dolor, el enojo y la tristeza. Él sabe que si no perdonas lastimarás tu corazón, tu cuerpo, tus emociones y tus relaciones. Dios sabe que si no perdonas a los demás eso puede impedir que tengas una relación con Él. Es importante que cuides tu corazón de cosas como el enojo y la amargura, que son algunos de los resultados de no perdonar. Escucha lo que Dios dice acerca de cuidar el corazón:

Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.
Proverbios 4:23

¡El perdón es muy importante! A veces, si continúan haciéndote un mal, puedes pensar que no tienes que perdonar. Pero escucha lo que Jesús enseñó a sus discípulos acerca del perdón.

Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.

Mateo 18:15

Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús.
Mateo 18:21–22

Dile a los niños que aplaudan con las manos por 77 veces. Si pierden la cuenta del número de veces, no importa. La cosa es que ellos se den cuenta de que 77 es un número grande, y que es difícil seguir la cuenta cuando cuentas tanto. Antes de continuar, pide a los niños que guarden silencio.

Es difícil llevar la cuenta cuando contamos hasta 77. Jesús no quiso decir que debemos perdonar a alguien 77 veces y después de eso nunca tenemos que perdonarle de nuevo. En cambio, Jesús quiso decir que no hay límite en la cantidad de veces que Él quiere que perdonemos a los demás.

Lo que Jesús dice es que debemos perdonar una y otra vez. Pero el perdón no significa que está bien el daño que nos están haciendo, ni que las personas que nos maltratan puedan seguir lastimándonos. Recuerden que el perdón significa que reconocemos que está mal lo que pasó, pero que confiamos en Dios con lo que nos duele. Confiamos en que Dios hará justicia en la situación, ya sea ahora o en el futuro. Soltamos el enojo y la amargura para que no nos envenenen.

Si te encuentras en una situación en que estás siendo lastimado, debes hacer lo que puedas para protegerte. Cuando perdonas a alguien, eso no significa que permites que la persona siga haciéndote daño. Si estás enfrentando abuso o violencia, es importante que hables conmigo u otro adulto de confianza para que podamos ayudarte.

Consejo para el maestro: Si algunos de los niños se encuentran en situaciones donde continúan haciéndole algún mal, este concepto de perdonar una y otra vez puede dar la impresión de que Dios dice que está bien que el abuso continúe. Diles que Dios no quiere que sean objeto de abuso. Hazles saber que tú estás disponible para hablar con ellos después de clase, si es que tienen alguna pregunta acerca del tema del perdón cuando el mal continúa. Avisa estas situaciones a los líderes del ministerio.

Cuando pecas contra Dios y le pides perdón, Él te perdona cada vez. Así también, tú debes perdonar a tu prójimo cada vez que peque contra ti.

Versículo para Memorizar

Si utilizas el Cartel del Versículo para Memorizar, muéstralo a los estudiantes.

Pide a los niños que escuchen con atención la lectura de un pasaje de la Biblia sobre el perdón. Si es posible, léelo dos veces:

Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Efesios 4:31–32

Este pasaje tiene palabras negativas, cosas malas que debemos abandonar. Después tiene palabras positivas, cosas buenas que debemos hacer, o lo que debemos dejar.

¿Cuáles son algunas de las cosas malas que debemos dejar?

Los niños pueden contestar: amargura, ira, enojo, gritos y calumnias. Diles que calumniar significa decir mentiras o cosas malas acerca de alguien.

¿Cuáles son algunas de las cosas buenas que debemos seguir?

Los niños pueden responder: ser bondadosos, compasivos y perdonadores.

Según este versículo, Dios es nuestro ejemplo del perdón. Mientras aún éramos pecadores, nos mostró su bondad y compasión al enviar a su Hijo a morir por nosotros. ¡Dios nos ofrece perdón!

3. Respuesta

Hacer una actividad para soltar la amargura y perdonar.

Pide a los niños que se sienten en círculo. Muéstrales la cebolla y comienza a pelarla. Pásala alrededor del círculo y pide que cada uno pele un poco de la cebolla. Deben pelar sólo un pedacito de una de las capas y luego pasarla al siguiente niño.

Si no tienes disponible una cebolla, habla con los niños acerca de cómo es pelar una cebolla. Pídeles que piensen en cómo es una cebolla y el olor fuerte que tiene. ¿Cómo afecta la cebolla sus ojos, nariz y manos?

Consejo para el maestro: Usamos una cebolla para representar la falta de perdón en una lección de un trimestre anterior. Por eso, algunos de los niños ya pueden conocer esta comparación. ¡Eso no importa! En esta lección se les da la oportunidad de crecer en su comprensión sobre la falta de perdón y el efecto negativo que tiene en sus vidas.

Asegúrate de que todos hayan tenido su turno de pelar la cebolla antes de hacer la siguiente pregunta. Si no tienes una cebolla para pasar entre los niños, pregúntales cómo piensan que olerían sus dedos.

Huelan sus dedos. ¿A qué huelen?

¿De qué manera la falta de perdón, el hecho de no perdonar, es parecido al olor de cebolla en los dedos?

Aunque nos lavemos las manos, puede seguir el olor a cebolla. El dolor que sentimos cuando alguien nos hace daño puede seguir, así como el olor a cebolla en los dedos y en las manos. Puede ser una carga que nos impide disfrutar de las cosas buenas en la vida.

Cuando no perdonamos a las personas que nos hacen daño, podemos sentir ira o amargura. Podemos pensar en vengarnos, en cómo hacer daño a esas personas para darles su merecido por lo que nos hacen. ¡Eso es como el olor a cebolla que nunca desaparecerá!

Cuando no perdonamos, mantenemos el enojo y la amargura en nuestro corazón. Esto se vuelve como un veneno que sigue afectando nuestra mente, nuestro corazón y nuestro cuerpo. Es como el olor a cebolla que se queda en nuestras manos, incluso después de lavarlas. Dios puede ayudarte a perdonar a la persona que te hizo daño. Él no quiere que el dolor y el enojo te mortifiquen y te causen aun más dolor.

Comienza a pasar la cebolla alrededor de la clase otra vez. Pide a los niños que a medida que pasen la cebolla piensen en alguien a quien necesitan perdonar.

Consejo para el maestro: No insistas para que los niños respondan. Ora por ellos y confía en que Dios está obrando profundamente en sus corazones. El perdón se ofrece mejor en respuesta a Dios desde lo profundo del corazón, y no solo por un ejercicio exterior. Si algunos de los niños aún no están listos para perdonar, deja que se queden sentados en silencio. Diles que estás orando por ellos, y ¡hazlo esta semana!

Coloca en la mesa sal y agua. Si tienes una clase grande, coloca dos o más recipientes de agua para el lavado de manos. Muestra cómo deben mojarse las manos, frotarlas con sal, y luego enjuagarlas. Diles que esto les ayudará a eliminar el olor a cebolla de las manos. Invita a los niños a pasar para que se laven las manos como muestra de que Dios está “lavando” de sus vidas el dolor y la amargura de no perdonar.

Materiales opcionales

Entrega papel y lápiz a los niños. Ellos pueden dibujar símbolos para representar a las personas a quienes decidan perdonar.

Si usas las Páginas del Alumno, allí hay espacio para que los niños dibujen símbolos de personas a quienes decidan perdonar.

Fin de la opción

Mientras los niños se están lavando las manos, diles lo siguiente:

Cuando pasamos la cebolla, pelamos una capa, pero debajo había más capas. El perdón es así. Muchas veces se hace por capas. Puedes pasar por los pasos de perdonar a alguien y de soltar el dolor y la amargura. Luego, pasados unos días o algunas semanas, los pensamientos y el dolor vuelven de nuevo y te preguntas por qué. El perdón suele llevar bastante tiempo. Es como pelar otra capa de cebolla. Tal vez por eso Jesús dijo que perdonemos muchas veces. Él sabía que la sanidad del dolor profundo a menudo lleva tiempo. Jesús sabía que para perdonar hay que pasar por muchas capas. Él está siempre listo para ayudarte con cada capa de perdón que necesitas pelar.

Después de que todos los niños que quisieron lavarse las manos lo hayan hecho, finaliza la clase diciendo esta oración por los niños, basada en Efesios 4:31, 32.

Bendición: Dios te ama y quiere que tengas la libertad del perdón. Él quiere lavar de tu corazón el olor de la amargura y el enojo. Pídele que te ayude a perdonar a los que te hacen daño y que llene tu corazón de bondad y compasión.

Si tienes tiempo, comparte esta canción con los estudiantes:

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