En la lección, la información que debes conocer está escrita en letra normal, y lo que se recomienda decir o leer en voz alta a los niños está en negrita. Todos los recursos para cada lección, incluyendo la Guía para el Maestro, la Página del estudiante, la Tarjeta de conexión familiar y otros materiales, pueden descargarse en un archivo ZIP haciendo clic en el siguiente enlace:
En algunas lecciones encontrarás "Artículos de recurso". Estos son textos escritos por expertos de todo el mundo que ayudan a los maestros en su labor con niños y adolescentes. Pueden compartirlos con padres o tutores si lo consideran apropiado.
Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra—les dijo Jesús.
Juan 4:34
Jesús tenía la firme convicción de que le era necesario hacer la voluntad de su Padre. Su propósito de hacer la obra de Dios estaba definido por esa convicción.
Piensa en las cosas en tu vida que “debes” o “tienes que” hacer. Si hicieras una lista de declaraciones de lo que debes o tienes que hacer tal vez esa lista incluya frases tales como: “Debo hablar a otros acerca de Jesús” o “Tengo que ganar dinero suficiente para mantener a mi familia”. Piensa en lo que estas declaraciones dicen acerca del propósito que tienes.
Ahora, ora a Dios y entrégale esas declaraciones de lo que debes o tienes que hacer. Pídele que te muestre cómo sería si tu vida y tu propósito se definieran simplemente por las palabras: “Tengo que hacer la voluntad de Dios”.
Anima a los estudiantes a que esta semana les muestren a sus padres sus declaraciones de lo que deben o tienen que hacer.
Consejo para el docente: Si es posible, envíe por correo electrónico o mensaje de texto la tarjeta de conexión familiar a las familias de sus estudiantes.
Cuando se reúna la clase pregúntales quién quisiera decir cómo sus convicciones afectaron positivamente a otros durante la semana pasada.
Hoy vamos a seguir aprendiendo acerca de las convicciones. La convicción es una creencia firme que afecta nuestros pensamientos, nuestras actitudes y nuestras acciones. Empecemos con un juego acerca de las convicciones que tenemos. Voy a hacer dos declaraciones y voy a señalar dos lugares de nuestro salón de clases. Tendrán que elegir cuál declaración es algo que escogerían y luego rápidamente ir a ese lugar del salón.
Lee cada declaración y señala dos diferentes lugares del salón, uno por cada declaración (a) y (b): Da a los estudiantes un momento para que pasen rápidamente hacia el lado que elijan. Tras cada elección, pregunta a un participante de cada lado por qué escogió ese lado. Sigue así también con las otras declaraciones.
Aplaude a los estudiantes por sus convicciones y lo que escogieron. Pídeles que tomen asiento.
Las convicciones tienen más fuerza que una simple creencia. Las convicciones pueden hacer que tomes la debida decisión aunque termines en dificultades. Por ejemplo, si tienes la convicción de que siempre es malo robar, puedes llegar a pasar hambre en lugar de robar fruta en el mercado.
Todas las personas tienen convicciones que influyen en sus decisiones. Muchas personas, aunque no son cristianas, tienen firmes convicciones de lo bueno y lo malo. A medida que aprendemos más acerca de Dios, mediante el estudio de la Biblia y al pasar tiempo hablando con Él en oración, nuestras convicciones cristianas se harán cada vez más firmes. Esto nos ayudará a ser cada día más como Jesús.
En las últimas dos semanas hemos hablado acerca de las convicciones. Si creemos firmemente en algo, esa convicción firme hará una diferencia en nuestra forma de pensar y actuar. Uno puede estar firme en sus convicciones aunque signifique pasar hambre o no tener un lugar seguro y abrigado para pasar la noche. La historia que les voy a leer es una adaptación de un cuento popular para los niños.
Después de que les cuente la historia, vamos a comentarla. Recuerden que ésta no es una historia bíblica. En este cuento los animales tienen cualidades como la gente. Por ejemplo, pueden hablar y tomar decisiones. Los animales de verdad no pueden hacer eso. Los animales tampoco tienen convicciones. Ésta es una fábula, una historia escrita para enseñar a niños y adultos una lección importante.
Un día, un perro gordo se encontró con un lobo flaco en el bosque y empezó a hablar. El perro hablaba de la deliciosa comida que su dueño le daba por las mañanas. Compartió sobre el cobertizo donde dormía cómodamente todas las noches.
El perro le preguntó al lobo si quería venir a vivir con él. El lobo comenzó a pensar en lo maravilloso que sería no tener que buscar comida todos los días. Pensó acerca de cuánto frío tenía durmiendo afuera en el invierno. El lobo dijo que estaría muy feliz de tener comida regular y dormir en un lugar cálido.
Entonces el lobo preguntó: “¿Qué tengo que hacer para tener estas cosas maravillosas?”
El perro respondió: “Sólo tienes que perseguir a los ladrones, ladrar a los visitantes y ser amable con la gente”.
El lobo pensó que esto sería una oportunidad maravillosa. Así que empezaron a caminar de regreso a la casa donde vivía el perro. Entonces el lobo notó que en la parte posterior del cuello del perro estaba pelado y le faltaba parte de la piel.
“¿Qué te pasó en el cuello,” le preguntó al perro. El perro respondió: “Oh, eso no es nada. Es sólo que la cadena me roza en la noche”.
“¡Te ponen una cadena en la noche! Si ese es el precio de los alimentos y refugio, entonces prefiero tener hambre y ser libre. Adiós”.
El lobo flaco dejó al perro gordo y regresó al bosque.
La convicción del lobo era que la libertad es más importante que casa y comida.
La convicción del perro era que estar bien alimentado y cuidado valía más que ser libre.
Los niños quizá respondan: el lobo no renunció a su libertad, ni siquiera por comida. El perro no renunció a su comida, ni siquiera por libertad.
Las respuestas pudieran incluir: falta de comida, falta de libertad.
Ambos animales tenían firmes convicciones y se mantuvieron firmes en lo que creían. Ninguna de las convicciones era del todo correcta o del todo equivocada. Pero cada convicción marcó la diferencia en cómo procedió cada animal. Cada uno de estos animales recibió diferentes beneficios y tuvo diferentes dificultades debido a sus convicciones. Así como con el perro y el lobo, nuestras convicciones afectan nuestras decisiones.
Un maestro cristiano llamado Howard Hendricks escribió que: “Se puede discutir acerca de una creencia. ¡Una convicción es algo por lo cual uno daría su vida!” Hoy vamos a aprender acerca de alguien que estuvo dispuesto a morir por sus convicciones: ¡es Jesús!
La Biblia nos dice que Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra para vivir entre nosotros. Nació como un bebé y vivió como hombre. Jesús tuvo una convicción mientras vivió en la tierra como ser humano, una convicción que influyó grandemente en sus acciones y sus decisiones.
Según lo que conoces de Jesucristo ¿Cuáles piensas que eran las convicciones que lo hacían actuar?
Deja que los estudiantes piensen y pide la respuesta a algunos de ellos.
A menudo conocemos la convicción de alguien cuando usa las palabras: “debo” o “tengo que”. Vamos a escuchar algunas declaraciones de Jesús que tienen que ver con estas palabras.
La primera vez que Jesús dijo “tengo que” fue a los doce años de edad cuando se había quedado en el templo y sus padres lo buscaron.
¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Lucas 2:49
Otra ocasión en que Jesús dijo que tenía que hacer algo fue cuando la gente quería que se quedara en su ciudad para seguir enseñando y sanando a las personas de allí.
Pero él les dijo: “Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.
Lucas 4:43
Una vez que Jesús dijo “debo” fue para explicar que Él era como un pastor y los que le seguían eran como ovejas. Él dijo que debía ir en busca de todas sus ovejas para que haya un solo rebaño.
Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Juan 10:16
En otra ocasión, cuando sus discípulos insistieron en que comiera algo, Jesús dijo que debía hacer la voluntad de Dios su Padre.
Si utilizas el Cartel del Versículo para Memorizar, muéstralo a los estudiantes.
Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.
Juan 4:34
Siempre que Jesús hablaba de su Padre, se refería a Dios, su Padre celestial. Jesús tenía la convicción de cumplir la voluntad de su Padre, cueste lo que cueste. A Jesús le importaba más hacer lo que Dios tenía planeado y lo que quería que Él hiciera, que hacer lo que era más fácil o más cómodo. La noche antes de que Jesús fuera crucificado, estaba muy triste. Él sabía que iba a sufrir un horrible dolor. Así que Jesús oró a su Padre, a Dios.
Por segunda vez se retiró y oró: “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad”.
Mateo 26:42
Permite que los niños compartan sus ideas.
Jesús podría haber decidido que no permitiría que lo crucifiquen. Pero Jesús sabía que el propósito de Dios para su venida a la tierra era que sufriera el castigo por nuestro pecado al morir en la cruz.
Permita que los estudiantes den sus ideas. Podría incluir en sus respuestas, que tuvo que sufrir, se quedó solo, sus amigos le abandonaron, murió crucificado, pagó el precio de mi pecado, lo recordamos, etc.
Cada uno de nosotros vamos a componer nuestras propias declaraciones sobre las convicciones que tenemos. Recuerden que una convicción es algo que influye en nuestra forma de pensar, actuar y decidir. No cambiamos o renunciamos a nuestras convicciones, aunque eso signifique que la vida sea difícil.
Escuchen lo que les diré acerca de una de mis convicciones. Creo con todo mi corazón que Jesús me ama, y que puedo amarlo toda mi vida. Jesús da valor a mi vida. Debido a esta convicción, debo hablar a otros acerca de mi fe.
Cuenta tu testimonio de cómo aceptaste a Cristo como Señor y Salvador. Será muy provechoso para los niños escuchar tu testimonio, para que sepan algo acerca de tu vida. Esto te identificará más con ellos.
En nuestra actividad al comienzo de la clase quizá te hayas quedado de pie solo o con pocos más, dependiendo de tu decisión. A veces, tener cierta convicción significa que puedes quedarte solo. Pero si crees firmemente en tu convicción, estarás dispuesto a hacerlo.
Ahora cada uno de ustedes tomará un par de minutos para pensar en una convicción que tienen y harán una declaración de lo que deben hacer. Por ejemplo: “Tengo la convicción de que es malo robar. Así que no debo robar comida aunque tenga hambre”.
Les voy a dar algunas preguntas que les ayudarán a decidir si algo en que creen califica como convicción. Respondan a estas preguntas en su corazón.
Comenta a los estudiantes que escojan una de sus creencias y apliquen todas las preguntas a la misma creencia.
Da a los estudiantes un par de minutos para que piensen en una convicción y hagan su declaración. Cuando tengan una declaración deben ponerse de pie. Conforme se paran, pide que digan su convicción y la declaración. Continúa así hasta que, en lo posible, todos estén de pie. Si no pueden pensar en algo, ayúdales a concretar una idea.
Si eres cristiano, puedes pedir al Espíritu Santo que te ayude a vivir conforme a tu convicción.
Él siempre está a tu lado para ayudarte a vivir de tal modo que honres a Dios.
Opcional: Si usas las Páginas del Alumno, los estudiantes pueden escribir oraciones pidiendo ayuda para que hagan las cosas según sus convicciones.
Finaliza la clase declarando una bendición para todos:
Bendición: Que seas tan firme en tus convicciones que no haya ninguna duda sobre ellas. Que vivas toda tu vida con la firme convicción de que Dios te ama y que nada en el mundo, absolutamente nada, te puede separar del amor de Dios.
Si tienes tiempo, comparte esta canción con los niños:
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