En la lección, la información que debes conocer está escrita en letra normal, y lo que se recomienda decir o leer en voz alta a los niños está en negrita. Todos los recursos para cada lección, incluyendo la Guía para el Maestro, la Página del estudiante, la Tarjeta de conexión familiar y otros materiales, pueden descargarse en un archivo ZIP haciendo clic en el siguiente enlace:
En algunas lecciones encontrarás "Artículos de recurso". Estos son textos escritos por expertos de todo el mundo que ayudan a los maestros en su labor con niños y adolescentes. Pueden compartirlos con padres o tutores si lo consideran apropiado.
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.
Salmos 139:23–24
Una pierna rota, un corte profundo que sangra, fiebre alta… todo esto indica que tu cuerpo necesita sanidad. Sin embargo, cuando un amigo te hiere, cuando tienes un profundo dolor, cuando te sientes olvidado y solo, ¿reconoces las señales de que tu corazón necesita ser sanado? Tal vez cuando experimentas algo que hiere tu corazón lo ignoras, tratas de ser fuerte, y piensas que de todos modos no puedes cambiar la situación. Como reacción, te enojas, te amargas o guardas resentimientos. Te vales de los mecanismos de defensa para manejar la situación dolorosa.
No obstante, nuestro Dios compasivo sabe sanar las heridas. Él conoce lo que está en tu corazón. Él conoce tus pensamientos. Cuando le digas sinceramente cómo te sientes, Él puede empezar a sanar tus heridas, puede darte fuerza para afrontar la situación difícil, o puede consolarte en tu aflicción. Ábrele tus manos y tu corazón y pide que te muestre si hay algo dañino que Él quiere sanar. Luego levanta las manos en alabanza, con la confianza de que Él te ayudará porque te ama.
Si los niños han sido heridos, tal vez usen mecanismos de defensa para protegerse. Habla con los padres y tutores sobre los conceptos de esta lección, para que puedan entender mejor a sus hijos.
Consejo para el docente: Si es posible, envíe por correo electrónico o mensaje de texto la tarjeta de conexión familiar a las familias de sus estudiantes.
Al saludar a tus alumnos cuando lleguen a la clase, muestra una gama de emociones: aburrimiento, entusiasmo, felicidad, sorpresa, y así sucesivamente.
Hay demasiadas y diferentes emociones que sentimos cada día.
Los niños tal vez digan lo siguiente: las emociones son un regalo de Dios; son señales de que está pasando algo; no son ni buenas ni malas.
En la primera lección acerca de las emociones, se pidió a los niños que prestaran atención a sus emociones durante la semana. Pasa unos minutos hablando de las emociones que sintieron.
Recuerden que las emociones no son ni buenas ni malas. Lo que hacemos debido a una emoción a veces puede ser bueno o malo; pero la emoción en sí es simplemente una señal que nos dice cómo nos sentimos. Dios nos ha dado las emociones.
Divide la clase en grupos pequeños y pídeles que comenten estas preguntas. Da a los niños uno o dos minutos, para que hablen de cada pregunta, antes de formular la siguiente.
Aquí puedes dar a los niños un ejemplo personal apropiado.
Tal vez, aquí también, quieras dar a los niños un ejemplo personal apropiado.
Pide a los niños que por una semana más presten atención a sus emociones. Deben fijarse en las veces que tengan emociones fuertes. Diles que van a hablar también de las emociones durante la siguiente lección.
Cúbrete la cara con un paño. Dales la siguiente información a los niños. (quizá tengas que tener esta Guía debajo del paño para que puedas leer la información).
¿Pueden darse cuenta de lo que siento? ¿Pueden saber si estoy feliz o triste, molesto o preocupado? ¡No! A veces las personas encubren sus verdaderas emociones con otra emoción que les resulta más fácil expresar. Es como si se cubrieran la cara. Por ejemplo, si están enojados, pueden aparentar que están tristes. Si están tristes, pueden sonreír y aparentar que están contentos. A esto se les llama mecanismos de defensa.
Descubre tu cara.
Permite que los niños den sus ideas.
Vamos a aprender más acerca de los mecanismos de defensa y por qué las personas los usan.
Diles que vamos a suponer que tú eres Elena, una niña que ha estado ocultando sus sentimientos. Tú vas a hablar como si ella estuviera hablando. (Si tienes una niña en la clase con el nombre Elena, cambia el nombre). Narra o lee esta historia.
Me llamo Elena. Casi siempre uso los mecanismos de defensa para ocultar lo que siento. Me están pasando muchas cosas difíciles. Estoy triste. Siento que me pesa el cuerpo y que me pesan las emociones. No me gusta cómo me siento. Temo que en cualquier momento voy a romper a llorar. Me sentiría muy avergonzada, y creo que no podría explicar por qué estoy llorando.
No sé qué hacer con mis emociones, así que aparento. Me pongo una sonrisa para aparentar que estoy feliz. Empujo mis sentimientos hasta el fondo de mi corazón. A menudo, cuando estoy rodeada de gente, hasta me olvido de los sentimientos tristes que tengo dentro de mí. He desarrollado comportamientos para ocultar mis verdaderos sentimientos. Ni siquiera mis amigos cercanos saben lo que está pasando dentro de mí.
Les voy a dar un ejemplo. El otro día, en el recreo, nadie jugaba conmigo. Creía que mis compañeras de clase eran mis amigas, pero no me prestaban atención. Sentía tristeza y pesadez. Pero no quería que ellas descubrieran cómo me sentía, y por eso les sonreí e hice de cuenta que de todos modos no quería hablar con ellas. Me pareció mejor hacer eso en vez de mostrarles que me sentía herida.
Creo que aprendí de mi madre a ocultar mis sentimientos. Ella sonreía y cantaba. No me di cuenta de lo difícil que era para ella conseguir comida para nosotros hasta que nos llevó a vivir con mi tío. Mi hermano mayor se siente herido y triste. En lugar de mostrar su tristeza, se enoja y empieza a tirar cosas de un lado a otro. Una vez me pegó cuando él estaba triste. Mi hermano se enoja en vez de mostrar que está triste.
Pide a los niños que comenten las siguientes preguntas:
Hablemos un poco más acerca de los mecanismos de defensa y nuestras emociones. Éstas son algunas formas en que las personas recurren a los mecanismos de defensa:
Algunas personas culpan a otros por lo que están sintiendo. Culpar a otros es su defensa.
Otras, se retraen y no quieren comunicarse con nadie.
Algunas personas se quedan calladas.
Otras, hacen bromas para que nadie pueda ver que están tristes.
Algunas personas buscan estar muy ocupadas para no tener tiempo de pensar en su tristeza.
Otras, mienten acerca de sus sentimientos.
Algunas personas comen mucho o dejan de comer.
Otras, hablan mucho.
Hay muchísimas formas de recurrir a los mecanismos de defensa para no tratar con nuestras emociones. Muchas veces las personas se ocultan bajo un mecanismo de defensa porque alguien las ha herido y les parece una buena forma de protegerse. Pero encubrir las emociones trae consecuencias. Escuchen algunas cosas que pueden pasar si se recurre mucho a los mecanismos de defensa.
Los mecanismos de defensa pueden confundir a los demás. Como las emociones que mostramos no son lo que realmente está pasando en nuestro interior, es difícil que nuestros amigos nos comprendan. Es como si no fuéramos sinceros. Hasta puede ser confuso para nosotros mismos, porque no reconocemos lo que realmente sentimos ni lidiamos con ese sentimiento.
El uso de los mecanismos de defensa hace más difícil la resolución de los problemas. Elena no les dijo a sus amigas lo que sentía, así que no pudieron ayudarla. Recurrir a un mecanismo de defensa puede causar que te sientas muy aislado.
Los mecanismos de defensa pueden impedir que seas curado de las heridas que has experimentado. Es importante que permitas que Dios te ayude a lidiar con tus verdaderos sentimientos y con tus heridas para que puedas ser sanado y estar saludable.
El uso de mecanismos de defensa durante mucho tiempo puede ser dañino para la salud porque no hacen desaparecer nuestros sentimientos de tristeza. Los sentimientos fuertes se acumulan en el interior. Si no hacemos algo para expresarlos y para hacer frente a la situación que los provocó, se quedan dentro de nosotros. Algunas personas tienen problemas estomacales, dolores de cabeza, y otros problemas físicos, debido a los emociones no expresadas.
Sin embargo, el uso de mecanismos de defensa por corto tiempo puede ser útil. Por ejemplo, puede darnos el tiempo necesario para pensar en la situación para que podamos tratar directamente con las emociones y las circunstancias. A veces nuestros sentimientos nos sorprenden. Por ejemplo, en la muerte de un padre, la sensación es tan intensa que estamos en estado de shock. A veces no sabemos lo que realmente sentimos ni cómo expresarlo. En este caso, los mecanismos de defensa pueden evitar que nos sintamos consumidos por nuestras emociones y nos dará tiempo para ganar fuerzas y así tratar con lo que sentimos.
Pide a los niños que repitan contigo estas tres frases. Háganlo dos veces:
Escuchen estos versículos del Salmo 139.
Si utilizas el Cartel del Versículo para Memorizar, muéstralo a los estudiantes.
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.
Salmos 139:23–24
Una posible respuesta podría ser que Dios ve todo lo que hay en nuestro corazón. Podemos pedirle que nos ayude a vivir de manera justa y saludable.
Escuchen una historia bíblica de Mateo 26. Oyeron esta historia hace unas semanas. Cuando les cuente la historia, piensen en los mecanismos de defensa a los que podría haber recurrido Pedro.
Pedro era uno de los discípulos de Jesús. Él amaba a Jesús. La verdad es que había prometido seguir a Jesús para siempre y nunca dejarlo. Fue fácil para Pedro prometer eso cuando todo marchaba bien.
Como Jesús es Dios, Él sabía lo que iba a pasar. De hecho, Jesús le dijo a Pedro que lo negaría tres veces antes de que el gallo cante temprano por la mañana. Esa noche Jesús fue arrestado. Como Pedro amaba a Jesús, quería ver lo que iba a pasar. Así que Pedro siguió a los soldados que llevaron a Jesús al sumo sacerdote. Pedro esperó en el patio cuando llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote.
Una criada miró a Pedro, que estaba sentado en el patio del sumo sacerdote.
–Este hombre estaba con Jesús –dijo ella.
–No sé de qué estás hablando –respondió Pedro.
Pedro salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo:
–Este hombre estaba con Jesús de Nazaret.
Pedro, temiendo por su vida, dijo:
–Yo ni siquiera conozco a ese hombre.
Un poco más tarde, Pedro fue reconocido una tercera vez.
–Tú estabas con Jesús –dijo un hombre–. Eres galileo, así como Jesús. Lo oigo en tu manera de hablar.
Entonces Pedro respondió:
–¡Ni siquiera lo conozco!
Esa fue la tercera vez que Pedro dijo que no conocía a Jesús. En ese momento, ¡Pedro oyó el canto del gallo! Al mismo tiempo, los guardias pasaron con Jesús por el patio. Jesús se volvió y miró a Pedro. Pedro se acordó de que Jesús le había dicho que eso pasaría. Pedro salió corriendo hacia afuera y lloró amargamente.
Pide a dos o tres niños que respondan a cada una de las siguientes preguntas. Escoge diferentes niños para que respondan a cada una.
Las posibles respuestas podrían incluir: se enojó, negó a Jesús, mintió.
Los niños pueden responder que él también podría haber sido arrestado.
Divide la clase en parejas. Lee los siguientes dramas. Por cada uno, un niño debe mostrar cómo respondería la persona si recurre a un mecanismo de defensa. El otro niño debe mostrar cómo la persona respondería de una manera saludable. Para el segundo drama, los niños deben intercambiar lo que les tocó, de mostrar un mecanismo de defensa o de dar una respuesta saludable. Si tienes poco tiempo, usa solo uno de los dramas.
Drama improvisado 1
A Felipe no le gusta ir a dormir. Cada noche tiene pesadillas y se despierta con miedo de dormirse de nuevo. A veces se pellizca la pierna para quedarse despierto. Por la mañana, siempre está cansado. Ayer se quedó dormido en la escuela. El profesor se enojó con él.
Un niño actuará de Felipe, mostrando un mecanismo de defensa para responder al profesor. Después el otro niño mostrará cómo Felipe podría responder de una manera sana.
Drama improvisado 2
Alicia le tiene miedo a su hermano. Cuando la mamá no está en casa, él le pega. Su mamá dice que debe ser su culpa, pero Alicia sabe que no lo es. Por fin, Alicia se escapa a la casa del primo de su papá. Ella piensa que allí estará segura, pero ahora descubre que su hermano va a ir a visitarlo. Tiene mucho miedo. Faltan tres días para que llegue.
Una niña actuará como Alicia, mostrando un mecanismo de defensa como reacción a la visita de su hermano. Después, otra niña mostrará cómo Alicia podría responder de una manera sana.
Si hay tiempo, pide a los niños que quieran hablar sobre los mecanismos de defensa que han usado. Tú también puede dar un ejemplo. Cuanto más ejemplos los niños oigan, tanto mejor equipados estarán para reconocer su propio uso de mecanismos de defensa y cuándo son útiles o destructivos.
Opcional: Si usas las Páginas del Alumno, entrégalas a los niños para que las lleven a sus casas de modo que respondan por su cuenta, mientras que aprenden a confiar a Dios sus emociones.
Finaliza la clase con una bendición basada en el Salmos 139:23–24. Pide a Dios que ayude a cada niño a usar de manera sana llos mecanismos de defensa y que vean formas de lidiar con los emociones difíciles.
Bendición: que el gran Dios, que ve lo que hay en tu corazón, te ayude a ver tus emociones y pensamientos tan claramente como Él los ve. Que Dios te ayude a vivir de maneras sanas y no dañinas.
Si tienes tiempo, comparte esta canción con los niños:
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