Escuchen mientras les cuento acerca de este acontecimiento importante. Algunos de ustedes ya conocen esta historia; pero escuchen con atención para oír algo nuevo que Dios pueda mostrarles acerca de sí mismo.

Los líderes religiosos judíos odiaban a Jesús. Seguían las leyes de Dios por fuera, pero en su corazón estaban lejos de Dios. Jesús enseñaba que era bueno ser siervos humildes en vez de líderes orgullosos. El enseñaba que Dios desea la verdadera obediencia del corazón, no sólo las obras que alguien hace para aparentar ser santo. Esto hacía enojar a los líderes. Cuando oyeron que Jesús reclamaba ser el Mesías, ¡conspiraron para matarlo!

Consejo para el maestro: Si le parece apropiado, señala que los líderes no sabían controlar su enojo.

Los líderes religiosos sabían que en las Escrituras Dios prometía que iba a enviar un Salvador que sería rey. Pero Jesús no se parecía a un gran rey ni se conducía como un rey. Él era humilde. Jesús pasaba tiempo con los pecadores y la gente común en vez de estar con personas importantes.

Los líderes seguramente pensaban que un rey debía ser un guerrero como el rey David. Pero Jesús no peleó en batallas. En vez de eso, sanó a muchas personas.

Los líderes religiosos consideraban que Jesús debía obedecer sus reglas estrictas acerca de la obediencia a Dios. Pero Jesús hacía cosas que mostraban el amor de Dios. Por ejemplo, sanó a un hombre que tenía una mano seca y tocó a personas que tenían lepra. El amor era la verdadera ley, decía Jesús.

Los líderes estaban convencidos de que Jesús no era el rey que Dios había prometido. Querían matar a Jesús, por eso lo entregaron en manos de Pilato, el gobernador romano. Insistieron en que Pilato hiciera crucificar a Jesús.

Opcional: Si es posible, comparte les imágenes de La Biblia en Acción.

Pilato tomó entonces a Jesús y mandó que lo azotaran. Los soldados, que habían tejido una corona de espinas, se la pusieron a Jesús en la cabeza y lo vistieron con un manto de color púrpura. ¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo. Pilato volvió a salir. Aquí lo tienen —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepan que no lo encuentro culpable de nada. Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura. ¡Aquí tienen al hombre! —les dijo Pilato. Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en cuello: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pues llévenselo y crucifíquenlo ustedes —replicó Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.
Juan 19:1–6

Después de esto, Pilato entregó a Jesús a sus soldados. Ellos lo hicieron cargar una pesada cruz de madera hasta las afueras de la ciudad. Allí, los soldados clavaron las manos y los pies de Jesús en la cruz. Luego levantaron la cruz y la plantaron sobre el monte donde lo habían llevado. Ahora Jesús colgaba en la cruz para morir. Pilato hizo que los soldados pusieran un letrero en la cruz, que decía: “Jesús nazareno, Rey de los judíos”.

Al mediodía, se oscureció toda la tierra durante tres horas. Entonces Jesús clamó a gran voz y tomó su último aliento. Después de la muerte de Jesús, pusieron su cuerpo en una tumba.

Opcional: Si usas La Biblia en Acción, que los niños lean las páginas 631–640, “Sentencia de muerte” y “¡Crucificado!”, antes de que les hagas las siguientes preguntas.

Recuerden la lista de palabras que hicimos, que describen a un rey. ¿Cuál de estas palabras describen la vida de Jesús en la tierra? ¿Cuáles no describen la vida de Jesús?

Jesús no tuvo una hermosa corona de oro y joyas. ¿Cómo fue la corona que le pusieron a Jesús? ¿Qué creen que Jesús sintió al tener esa corona en su cabeza?

¿Por qué los líderes judíos querían que Jesús muriera?

No se conducía como ellos pensaban que debía ser un rey.

El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron que había sido quitada la piedra que cubría el sepulcro y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes. Asustadas, se postraron sobre su rostro, pero ellos les dijeron: ¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba con ustedes en Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día resucitará”. Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús.
Lucas 24:1–8

¡Jesús había resucitado de entre los muertos! ¡Él estaba vivo! Y Jesús sigue vivo hoy. ¡Él es el Rey resucitado!

Dirige a los niños a que griten y aplaudan por esta feliz noticia.

Gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, nuestra relación con Dios puede ser restaurada. No podemos ganarnos nuestra comunión con Dios haciendo cosas buenas. Es un regalo que nos dio el sacrificio de Jesús. Cuando aceptamos este regalo, Dios nos recibe en su familia. Si estamos en la familia de Dios, queremos vivir de tal forma que le honremos. Podemos coronar a Jesús como Rey cuando le damos gracias y lo adoramos. También lo coronamos como Rey cuando le ofrecemos todo lo que somos a Dios.

Jesús ya no lleva una corona de espinas. El Domingo de Resurrección se levantó de entre los muertos. Ahora está coronado de gloria y honor. Si quieres que Jesús sea Rey de tu vida o si tienes preguntas sobre esto, ven a hablar conmigo después de la clase.