En la lección, la información que debes conocer está escrita en letra normal, y lo que se recomienda decir o leer en voz alta a los niños está en negrita. Todos los recursos para cada lección, incluyendo la Guía para el Maestro, la Página del estudiante, la Tarjeta de conexión familiar y otros materiales, pueden descargarse en un archivo ZIP haciendo clic en el siguiente enlace:
En algunas lecciones encontrarás "Artículos de recurso". Estos son textos escritos por expertos de todo el mundo que ayudan a los maestros en su labor con niños y adolescentes. Pueden compartirlos con padres o tutores si lo consideran apropiado.
En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto.
Proverbios 18:21
Las palabras tienen el poder para destruir y sanar. Piensa en un tiempo específico de tu vida cuando las palabras de otra persona te hirieron. ¿Cómo estas palabras dañinas te hicieron sentir acerca de ti mismo? ¿Todavía sientes dolor por aquellas palabras? Puedes entregárselo a Dios. Él te consolará.
Ahora medita en alguna ocasión cuando alguien te dijo palabras de ánimo, afirmación, amor o gratitud. ¿Cómo te afectaron esas palabras? ¿De qué manera te ayudaron a sanar o crecer? Pasa algunos momentos alabando Dios por aquellas palabras que te infundieron vida. Pídele que te llene con Su verdad y te dé dominio propio al hablar. Ora para que te ayude a ser un buen ejemplo para tus estudiantes, que seas alguien que habla controlando sus palabras.
Anima a los estudiantes a preguntar a sus familiares, “¿Alguna vez dijeron algo que lamentaron después? ¿Qué sucedió?” Luego pueden, ¡compartir algo para edificar a los miembros de su familia!
Consejo para el docente: Si es posible, envíe por correo electrónico o mensaje de texto la tarjeta de conexión familiar a las familias de sus estudiantes.
Saluda cálidamente a tus estudiantes a medida que llegan. Haz que hagan un circulo grande. Pide a 2 voluntarios que se paren en el centro del círculo. Identifica a 1 como “la arcilla” y el otro como el “escultor”. Deben ser del mismo género, chicos con chicos o chicas con chicas.
Nuestros 2 voluntarios representan “la arcilla” y “el escultor”. Susurraré una oración al escultor, y él moldeará la arcilla para mostrar cómo alguien luciría en esa situación. Cuando el escultor haya terminado, el resto del grupo tratará de adivinar qué emoción está sintiendo la arcilla. Por ejemplo, si digo, “estoy muy feliz que estés en esta clase”, el escultor podría dar forma a la arcilla, jalando los labios de esa persona para hacer una sonrisa.
El escultor no puede hablar mientras esculpe a la arcilla. La persona que actúa como arcilla debe tratar de permanecer en la posición que el escultor la pone como si fuera una estatua.
Susurra al escultor, “¡eres la persona más maravillosa que conozco!” el escultor podría hacer una gran sonrisa en la arcilla y ponerla de pie orgullosamente. Pide al escultor que dé un paso hacia atrás para que el grupo pueda ver el resultado.
Permite que 2–3 estudiantes compartan lo que piensan. Pueden responder que la arcilla luce entusiasmada o feliz.
Deja que adivinen. Una vez que hayan terminado de suponer, permite que el escultor revele la declaración.
Agradece al escultor y al barro. Después pide a dos voluntarios diferentes del mismo género repetan esta actividad. Esta vez, susurra al escultor, “estás solo y nunca tendrás ningún amigo”. Él podría hacer que la arcilla frunciera el ceño y mirara al suelo. Después de que termine de esculpir, permite que la clase vea la arcilla.
Permite que 2–3 estudiantes compartan sus pensamientos. Pueden responder que la arcilla parece asustada o triste.
Permite que adivinen. Luego deja que el escultor les cuente la declaración.
Que los estudiantes rápidamente encuentren un compañero. Diles que discutan las preguntas a continuación. Luego deja que 2–3 parejas compartan lo que hablaron con toda la clase.
Nuestras palabras son poderosas. Podemos usarlas para ayudar y animar a los demás. Cuando las usamos sabiamente, somos capaces de ayudar a otros a sentirse seguros y amados. Podemos guiar a las personas hacia Dios. Para eso están destinadas nuestras palabras.
Si no controlamos las palabras, estas dañarán y destruirán a las personas. En los momentos en que estamos enojados, heridos, asustados o descuidados, podemos hablar sin pensar. Este tipo de palabras hiere a otros. Lo dicho con ira, frustración o amargura tiene el potencial de terminar amistades o causar que las personas tomen decisiones malas. Traen dolor a la gente, ¡a veces incluso por el resto de sus vidas!
Hoy escucharemos una historia de la Biblia de un hombre llamado Nehemías. Antes de que ocurriera este acontecimiento, el pueblo de Dios, los judíos, vivían en el país de Judá. Muchos de ellos habitaban en la capital, Jerusalén. Para el pueblo judío, esta ciudad era un lugar santo, la gran ciudad de Dios para su pueblo. Jerusalén estaba protegida por todos lados por murallas altas y anchas. Sin embargo, los ejércitos de Babilonia habían derribado las murallas y llevados cautivos a muchos judíos.
Alrededor de 150 años antes, un hombre judío llamado Nehemías estaba afligido porque Jerusalén aún permanecía en ruinas. Él oró y le pidió a Dios que le diera una forma para ir a la ciudad y reconstruir las murallas.
Pero Nehemías servía al rey de Persia, entonces no podía ir sin la autorización del rey. Tenía temor de hablar con el rey, sin embargo, oró y pidió la ayuda de Dios. Después, Nehemías le contó al rey sobre las murallas destruidas de Jerusalén, y el rey le permitió ir a la ciudad. Incluso el rey envió a algunos de sus soldados con Nehemías para protegerle durante el viaje. Nehemías sabía que Dios le daría las fuerzas necesarias a él y a los judíos para reconstruir las murallas.
Si es posible, muestra a los estudiantes la imagen de Nehemías de la Biblia en Acción.
Cuando llegó a Jerusalén, inspeccionó las murallas. Luego habló con los líderes, los ánimo para que ayudaran con la reconstrucción de las murallas. Escucha lo que les dijo.
Pide a un estudiante que lea Nehemías 2:17-18 en voz alta y desde la Biblia. Si es posible, muestra a los estudiantes la imagen de Nehemías anima a los líderes de la Biblia en Acción.
Por eso les dije:—Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros! Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron:— ¡Manos a la obra! Y unieron la acción a la palabra.
Nehemías 2:17–18
Debido al ánimo de Nehemías, los líderes se motivaron para trabajar juntos para reconstruir las murallas.
Permite que los estudiantes compartan lo que piensan.
Pide a otro estudiante que lea Nehemías 2:19 en voz alta y desde la Biblia. Si no es posible, el versículo está impreso a continuación.
Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva: —Pero ¿qué están haciendo? ¿Acaso pretenden rebelarse contra el rey?
Nehemías 2:19
Los estudiantes pueden responder que se hubieran enojado, dicho que se fueran, o habrían discutido con ellos.
Leamos el resto de la historia.
Pide a un estudiante que lea Nehemías 2:20 en voz alta y desde la Biblia. Si no es posible, el versículo está impreso aquí.
Yo les contesté: —El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén.
Nehemías 2:20
Nehemías escogió el dominio propio. Permaneció calmado y no actuó con ira. En vez de eso, habló con seguridad. Les dijo a los hombres que lo ridiculizaron que la gente de Jerusalén reconstruiría las murallas y que Dios les daría éxito. ¡Y Nehemías estaba en lo correcto! ¡Con la ayuda de Dios reconstruyeron las murallas y restauraron la ciudad!
Los estudiantes pueden responder que Nehemías podría haber hecho algo lamentable debido a su ira. Podría haber herido o asesinado a alguien. Si Nehemías hubiese reaccionado con ira, definitivamente no hubiera traído Gloria a Dios.
Cuando alguien dice o hace algo que nos enoja o atemoriza, tenemos la opción de reaccionar dejando que nuestras emociones tomen el control, o podemos pedir a Dios que nos ayude a hablar con dominio propio. A lo largo de esta historia, Nehemías oró por todo. Confío en Dios completamente.
No sabía si Dios quería que regresara a Jerusalén, entonces oró. Estaba temeroso de hablar con el rey, entonces oró. Confío en Dios en cada situación y decisión. Como resultado, Dios llenó a Nehemías con sabiduría y dominio propio. Cuando la gente que no quería que tuviera éxito en lo que Dios lo había llamado a hacer lo ridiculizó y se burló de él, Nehemías respondió con verdad en vez de ira.
Si es posible, comparte sobre un tiempo cuando las palabras negativas de alguien te impidieron hacer lo que Dios quería que hicieras. A medida que hablas de tu propia vida y errores, los estudiantes se sentirán más cómodos para compartir las suyas.
Todos nosotros necesitamos de manera continua llevar a Dios nuestros problemas con el dominio propio. A menudo, hablamos antes de pensar sobre como nuestras palabras afectarán a otros. Sabemos cómo se siente escuchar palabras hirientes o terribles. Dios desea ayudarnos a tener dominio propio para no dañar a otros.
Pide a un estudiante leer Proverbios 13:3 en voz alta y desde la Biblia. Si no es posible, el versículo está impreso a continuación.
El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.
Proverbios 13:3
Señala tres áreas diferentes de tu espacio de enseñanza. La primera área representa la mañana, la segunda la tarde, y la tercera la noche. Pídeles que seleccionen un área y se pongan de pie en ella.
En sus grupos, hablen sobre una situación difícil que pudieras enfrentar en ese momento del día, en la cual tendrás que usar dominio propio para hablar. Por ejemplo, tu padre te grita a ti y a tu hermana en la mañana cuando salen para la escuela. ¿Qué podrías hacer o decir para ejercitar el autocontrol?
Deja que por 4–5 minutos los estudiantes compartan con los demás en sus áreas. Luego pide a cada grupo que hablen lo que comentaron con el resto de los estudiantes.
Materiales opcionales: Da a cada estudiante un pedazo de papel y un lápiz. Diles que lo doblen en 3 secciones iguales. Pueden etiquetar la parte superior de cada sección con una de estas palabras: mañana, tarde, noche. También escribir una situación en la que necesitan responder con autocontrol en cada momento del día. Después pueden orar juntos como grupo.
Si utilizas las Páginas del Alumno, los estudiantes pueden usarlas para la actividad.
Puedes ver a partir de estas situaciones que ejercitar el dominio propio con nuestras palabras nos ayuda para estar a salvo y evitar hacer cosas que luego podríamos lamentar. Tenemos la opción de responder a estas situaciones difíciles demostrando nuestra ira frustración o temor. O podemos escoger mostrar sabiduría y dominio propio en la forma que hablamos, y decir cosas que animen a la paz en vez del conflicto. El autocontrol nos puede ayudar a escoger la amabilidad en nuestra manera hablar.
Pide a un estudiante que lea Efesios 4:29 en voz alta y desde la Biblia. Si utilizas el Cartel del Versículo para Memorizar, muéstralo a los estudiantes.
Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.
Efesios 4:29
Significa animar, afirmar, bendecir o elogiar a alguien.
¡Las palabras son poderosas! Podemos usarlas para herir o edificar a los demás. Tenemos la opción de elegir qué decir. Somos capaces de decir palabras desagradables que destruyen. O escoger palabras que muestran amabilidad y dominio propio, que edifican a otros. Dios desea que usemos nuestras palabras para ayudar a la gente en vez de destrozarlas. Podemos pedir sabiduría a Dios por y autocontrol para nuestras palabras en cada momento del día.
Finaliza el tiempo con esta bendición basada en Efesios 4:29.
Bendición: Que el amor de Dios desborde hacia otros a través de las palabras que hablas. Que te de las fuerzas para responder con sabiduría y dominio propio para que tus palabras muestren amabilidad, paciencia y edifiquen a los demás.
Si tienes tiempo, comparte esta canción con los adolescentes.
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