Decido perdonar

Nota para el maestro:

Cada recurso digital utilizado en esta lección está disponible para descargar utilizando el botón a continuación. Durante la lección, la información para ti está escrita en letra regular y lo que sugerimos para hablar o leer en voz alta a los niños está en negritas.

En algunas lecciones encontrarás “ARTÍCULOS DE RECURSOS”. Son artículos escritos por expertos de todo el mundo que te equiparán para tu trabajo con niños y adolescentes. Compártelos con los padres o tutores si lo consideras apropiado.

Focus on Spiritual Formation

Materiales
  • Bible
Materiales opcionales
  • Cartel del Versículo para Memorizar
  • La Biblia en Acción, imagen de Jesús enseñando
  • Papel
  • Lápices de color
  • Lápices
  • Páginas del Alumno

Devocional del maestro


Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.
Mateo 6:14–15

Cuando alguien nos ha hecho daño, es fácil concentrarnos en el dolor y en la ofensa que hemos sufrido. Es tentador pensar en cómo nos han perjudicado y cuán mala es la otra persona. Nos sentimos tentados a pensar que tenemos razón en aferrarnos al daño que se nos ha hecho y a no perdonar a la persona. Nos parece que lo que hizo esa persona no es digno de ser perdonado.

Pero las palabras de Jesús desafían estos sentimientos humanos. Él dice que, si no perdonamos a nuestro prójimo, Dios no nos perdonará. Eso es difícil de oír. Piensa en todos los pecados que has cometido a lo largo de tu vida. Piensa en el hecho de que Dios ha decidido perdonarte por cada una de esas ofensas.

Piensa en alguien que te ha herido, alguien a quien no has perdonado. Ahora, pregúntate si puedes perdonar a esa persona. Dios la ha perdonado. ¿Puedes tú perdonar? Pide al Señor que te ayude a perdonar a esa persona. Él puede ayudarte a tomar la decisión de perdonar, tal como Él te ha perdonado.

Conexión familiar

Informa a los padres o tutores de tus alumnos que esta semana los niños estarán aprendiendo que pueden tomar la decisión de perdonar, porque Dios nos perdona. Anima a las familias a que pregunten a los niños lo que esto significa.

Consejo para el docente: Si es posible, envíe por correo electrónico o mensaje de texto la tarjeta de conexión familiar a las familias de sus estudiantes.

La Lección

1. Conexión:

Hacer un juego y aprender sobre el significado de no perdonar.

Saluda calurosamente a tus alumnos, por nombre, a medida que van llegando. Anuncia que en la lección de hoy aprenderán más sobre el perdón. Pide que formen una fila ancha, uno junto al otro, en un extremo del salón de clases. Párate en el lado opuesto del salón.

Dile a los niños que cuando grites “perdonado”, todos darán un paso hacia adelante, con las palmas abiertas frente a ellos, como si recibieran un regalo. Con cada paso, los niños dirán: “acepto”.

Cuando grites “no perdonar”, todos se agacharán y pondrán los brazos sobre la cabeza. Los niños no pueden moverse hasta que tú grites “perdonado” de nuevo. El primer niño que cruce la meta es el ganador.

Comienza el juego, y alterna diciendo “perdonado” y “no perdonar”. Cuando el juego termine, pide que todos se sienten.

¿Quién puede decirnos lo que significa perdonar?

Antes de dar la siguiente información, permite que dos o tres niños digan lo que piensan.

Perdonar es soltar u olvidar un daño o una ofensa que nos han hecho. Como aprendimos la semana pasada, el perdón comienza con Dios.

Cuando perdonamos, reconocemos que nos han hecho daño, pero decidimos soltar u olvidar el dolor. Decidimos no guardar rencor. Los cristianos decidimos confiar en Dios con nuestro dolor y con las consecuencias de esa maldad. Decidir que perdonaremos no significa que lo que nos pasó está bien. Pero cuando perdonamos a alguien, esto nos ayuda a que comience nuestra sanidad del mal que nos hicieron.

En el juego que hicimos, cuando grité “perdonado”, ustedes avanzaron con las manos extendidas y dijeron: “acepto”.

¿Les parece que esto es como el perdón? ¿Por qué?

El perdón nos ayuda a avanzar.

¿Piensan que no perdonar es como agacharse con los brazos sobre la cabeza?¿Por qué?

Nos quedamos atrapados donde estamos y no podemos seguir adelante.

Cuando aceptamos el perdón de Dios, tenemos la libertad de seguir adelante. Pero también necesitamos perdonar a los demás. Nuestra respuesta al perdón de Dios debe ser que también nosotros perdonamos a los demás. Cuando no aceptamos el perdón de Dios, puede ser como si estuviéramos agachados, incapaces de avanzar. Al final de cuentas, nos lastimamos a nosotros mismos y a menudo a nuestro prójimo.

Cuando nos han hecho daño y no perdonamos, nuestra vida se estanca, así como estábamos atrapados en el juego. Cuando alguien nos ha hecho daño, a veces odiamos a la persona que nos ha lastimado. O pensamos en cómo nos gustaría hacerle daño. Si bien estas son emociones muy normales, Dios tiene una mejor forma de darnos la libertad para avanzar. Recuerden que perdonar no significa que lo que pasó estuvo bien. Una parte del proceso de perdonar a alguien es reconocer que nos hizo daño.

Dios quiere que perdonemos a los que nos hacen daño. No siempre es fácil hacerlo. Hoy aprenderemos cómo perdonar a las personas que nos lastimaron. Dios quiere levantarnos de la posición agachada y darnos la libertad para que avancemos.

2. Enseñanza:

Dramatizar una parábola sobre el perdón (Mateo 6:14–15; 18:23–35).

Dios nos ha perdonado y Él quiere que perdonemos a nuestro prójimo. Recuerden que nadie merece el perdón. Decidimos perdonar porque Dios nos ha mostrado cómo perdonar.

Opcional: Si es posible, comparte la imagen de La Biblia en Acción.

Jesús contó a sus discípulos una parábola, una historia que enseña sobre el perdón. Necesito tres voluntarios para que la dramaticen. Uno será el rey; los otros dos serán los dos siervos, el primero y el segundo. Mientras yo relato la historia, ellos actuarán en silencio.

Coloca una silla en el frente del salón de clases. Invita a los tres voluntarios a pararse en un lado de la misma. Dile a todos que escuchen atentamente la historia. Si están conforme con lo que hacen los personajes, susurrarán: “¡Bravo!” Si no están conforme con lo que hacen los personajes, susurrarán: “¡Bu!”

Consejo para el maestro: Es importante que leas la historia con mucha expresión. Puedes usar diferentes voces para cada personaje de la historia. Esto hace que la historia sea más llamativa para que los niños la escuchen.

Había un gran rey, que tenía muchos siervos. Un día, el rey estaba sentado en su trono. (Dirige al rey para que se siente en la silla.)

El rey mandó llamar a uno de sus siervos que le debía gran cantidad de dinero. (Dirige al primer siervo para que se presente ante el rey.) Aunque trabajara toda su vida, el siervo no podría ganar lo suficiente para pagar su enorme deuda. (Dirige al primer siervo para que niegue con la cabeza mientras muestra las manos vacías al rey.)

Entonces el rey ordenó que el primer siervo, su esposa y sus hijos fueran vendidos como esclavos para pagar la enorme deuda. El siervo se arrodilló y rogó al rey que tuviera misericordia de él. (Dirige al primer siervo para que se arrodille y suplique.)

—Su Majestad, por favor, le ruego que tenga paciencia conmigo, y se lo pagaré todo.

El rey tuvo lástima del primer siervo y le perdonó esa enorme deuda. El primer siervo ya no le debía nada al rey. ¡Qué maravilloso! El rey lo había perdonado y ahora era un hombre libre.

Cuando el primer siervo se alejó, se encontró con el segundo siervo. (Dirige al primer siervo para que se encuentre con el segundo siervo.)

El segundo siervo le debía una pequeña suma de dinero al primer siervo. Si trabajara durante cien días, podría ganar suficiente dinero para pagar su deuda. El primer siervo le exigió que al momento le diera el dinero, pero el segundo siervo no podía pagarle. Entonces el segundo siervo se arrodilló y le rogó al primer siervo que fuera paciente con él y le diera más tiempo para que pudiera devolverle el dinero. (Dirige al segundo siervo para que se arrodille y suplique.)

El primer siervo se negó a perdonar al otro siervo y lo mandó a la cárcel. Le dijo al segundo siervo que tendría que estar en la cárcel hasta que pagara toda la deuda.

Cuando los otros siervos del rey vieron cómo el primer siervo había tratado al segundo siervo, se lo contaron al rey. El rey mandó llamar al primer siervo. (Dirige al primer siervo para que se presente, otra vez, ante el rey.)

El rey estaba muy enojado con el primer siervo y le dijo:

—¡Siervo malvado! Te perdoné toda tu enorme deuda, pero no perdonaste a tu compañero una pequeña deuda.

Dirige al rey para que se vea muy enojado. Anima a los otros niños a que respondan con “bu” o “bravo”, dependiendo de cómo se sienten en este momento de la historia.

El rey mandó al primer siervo a la cárcel, y le dijo: —Te quedarás aquí hasta que pagues todo lo que me debes.

Aplaude a los actores y pide que todos se sienten de nuevo.

¿Por qué creen que el primer siervo no perdonó al otro siervo?

Esta historia acerca del rey y los siervos es una parábola. Una parábola es una historia que tiene una enseñanza. Jesús enseñó muchas verdades importantes de esta manera. Sus parábolas hacen que sea más fácil entender las cosas importantes que Él decía.

¿A quién creen que representa el rey en esta parábola?

Si es necesario, guía a los niños a comprender que el rey representa a Dios.

¿A quién creen que representan los siervos?

Si es necesario, guía a los niños a comprender que los siervos representan a cada persona.

Dios nos ha perdonado, así como el rey perdonó al siervo. Y, al igual que el siervo, necesitamos perdonar a nuestro prójimo, porque hemos sido perdonados. Escuchen lo que Jesús dijo:

Versículo para Memorizar

Si utilizas el Cartel del Versículo para Memorizar, muéstralo a los estudiantes.

Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.
Mateo 6:14–15

Recuerden que cuando lastimamos a otros o alguien nos lastima, se dañan nuestras relaciones. Sin perdón, la relación no puede ser sanada. El pecado –hacer o pensar algo malo– no sólo daña nuestras relaciones con los demás, sino que también daña nuestra relación con Dios. En estos versículos, Jesús dice que a menos que perdonemos a otros sus ofensas, Dios no nos perdonará. ¡Es una advertencia muy seria! Dios no quiere que nos quedemos atrapados. Él quiere que estemos libres para avanzar.

Cuando alguien nos ha herido gravemente, es casi imposible perdonar sin la ayuda de Dios. A veces quien nos ha lastimado es alguien cercano, como un miembro de la familia. Esa persona puede habernos golpeado o nos ha tocado en forma inapropiada. Recuerden que perdonar a alguien no significa que lo que pasó estaba bien. No significa que tienes que estar en una relación cercana con la persona que te hizo daño. Más bien, significa que estarás libre para seguir adelante en la vida.

Consejo para el maestro: A veces, la persona que lastimó a un niño es un miembro de la familia y el niño no tiene la opción de elegir si quiere o no estar cerca de esa persona.

Dios puede ayudarte a perdonar a la persona que te hizo daño. Dios te ofrece perdón por medio de Jesús, y Él puede ayudarte a perdonar a los que te han hecho daño. Cuando decides perdonar con la ayuda de Dios, su amor comienza a sanar el dolor que sientes.

Consejo para el maestro: Para algunos de los niños de tu clase, el mal que han sufrido no está en el pasado. Sigue hoy. Para estos niños, el perdón es algo continuo y difícil. Ofrece consuelo a estos niños y ora con ellos. Si sabes de niños que están siendo maltratados, habla con tus líderes para hacer todo lo posible para buscar ayuda, de modo que ellos puedan salir de esa situación.

El perdón no se otorga de un momento a otro. A veces demora una semana o un mes, o incluso un año. El perdón es un proceso de sanidad. A veces pensamos que hemos perdonado a una persona. Luego empezamos a recordar lo que pasó, y sentimos de nuevo el enojo y el dolor. Esto es normal, especialmente si te has sentido herido y enojado durante mucho tiempo.

Si te das cuenta de que tu enojo y el dolor están regresando, pídele a Dios que te ayude a seguir perdonando. Trata de llenar tu mente con otras cosas, cosas que te hacen sentir feliz y te dan paz, como versículos de la Biblia que has aprendido o canciones de alabanza y adoración. Incluso puedes hacer un juego en tu mente, como ayuda para dejar de revivir lo malo. Por ejemplo, trata de decir rápidamente los nombres de todos los que viven cerca de ti. O puedes contar hacia atrás del 100 al 1. Estas cosas pueden ayudarte a que no te quedes atrapado en los recuerdos de lo que te ha lastimado.

3. Respuesta

Escuchar un relato sobre el perdón, expresar cuánto duele y decidir que seguirán adelante.

omo acabamos de escuchar, puede llevar tiempo perdonar. Escuchen lo que le pasó a una maestra en la India y a un muchacho de 10 años. Esto pasó después de que habían estudiado esta lección.

La maestra se estaba preparando para enseñar esta lección, pero tenía lágrimas en los ojos y apenas podía ver las palabras. —No puedo enseñar esta lección sobre el perdón —le dijo a Dios—, porque yo no he perdonado a mi madre.

Su madre la había llevado a un orfanato y la había dejado allí. —Mi madre dijo que volvería a buscarme, pero no lo hizo. Nunca la he vuelto a ver —dijo la maestra a Dios—. Ahora soy mayor, pero el odio que siento por ella todavía me duele. Sé que quieres ayudarme a perdonarla. Yo quiero perdonar a mi madre.

Mientras oraba, Dios la ayudó a comenzar el proceso de perdonar a su madre.

La maestra más tarde enseñó la lección en un orfanato. Después de la clase, un niño nuevo se le acercó, y dijo: —Esta es la primera vez que oigo hablar del perdón. No sabía que existía el perdón.

Le dijo a la maestra que cuando él era un bebé, su padre había matado a su madre. Él fue a vivir con su abuela. Ella lo despertaba cada mañana y le decía: —Come toda tu comida para que crezcas y seas fuerte. Cuando seas grande, vas a buscar a tu padre y lo matarás, porque mató a tu madre.

El niño creía que ese era su propósito en la vida. Cuando su abuela murió, lo mandaron al orfanato.

Le dijo a su maestra: —Usted dijo que Dios puede ayudarme a perdonar a los que me han hecho daño. Todavía quiero encontrar a mi padre cuando sea grande. Pero quiero decirle que Dios lo perdona y que yo también lo perdono.

El perdón es una fuerza poderosa, ¡y te libera!

Materiales opcionales

Entrega papel y lápiz a los niños. Diles que piensen en alguien a quién necesitan perdonar. Deben escribir o dibujar algo en el papel que les haga recordar a las personas a quienes necesitan perdonar.

Esto es algo muy sensible para tus alumnos. Sugiere que dibujen una lágrima grande o un corazón roto o que escriban la palabra “dolor” en el papel. Nadie más sabrá en quién están pensando, sino, únicamente, ellos mismos.

Si usas las Páginas del Alumno, allí hay espacio para que los niños hagan la actividad sugerida.

Fin de la opción

El primer paso para perdonar a alguien que te ha lastimado es que reconozcas que te hicieron daño. Vamos a expresarlo ahora a un compañero y a Dios.

Pide que los niños se formen en parejas, niñas con niñas y varones con varones. Si hay un número impar, puede haber un grupo de tres niños.

Consejo para el maestro: Este momento será muy sensible para tus alumnos. Diles que no tendrán que decirle a nadie los nombres de las personas a quiénes necesitan perdonar o lo que esas personas les hicieron.

Todos tomarán turnos con su pareja para decir algo que les duele, porque alguien les ha hecho algo malo. Puede ser algo pequeño o algo grande. No lo harán con palabras, sino que usarán su cuerpo y su rostro para expresar el dolor. Por ejemplo, si un primo o un amigo me mintió, puedo sentirme herido y enojado. Puedo demostrar eso pisoteando y cubriendo mis oídos.

Después de que hayan expresado ese dolor, su pareja hará algo para consolarles. Por ejemplo, podrían orar juntos o darse un abrazo. Después, le tocará al otro compañero expresar su dolor. Recuerden que no lo harán con palabras, solo mostrarán su dolor usando el cuerpo y la cara.

Consejo para el maestro: Si un niño sufre porque el dolor es demasiado profundo, consuela a ese niño y ora por él. Habla con él después de la clase para ver cómo puedes ayudarle.

Da a las parejas cinco minutos para que expresen su dolor unos con otros. Después de esta actividad, pide a los niños que se pongan de pie.

Es importante que le digas a Dios el daño que te han hecho y que necesitas su ayuda para perdonar. Dios vio cuando expresaste tu dolor a tu compañero. Él también quiere consolarte. Dios quiere ayudarte a que sigas adelante.

Si estás listo para pedirle a Dios que te ayude a perdonar a esa persona que te ha hecho daño, da un paso hacia adelante. Si aún no estás listo para perdonar, pero quieres perdonar y seguir adelante, da un paso hacia adelante. Recuerda que perdonar a alguien no significa que estuvo bien lo que te pasó.

Haz una pausa mientras los niños responden. Finaliza la clase diciendo esta oración por los niños, basada en Efesios 4:32.

Bendición: Dios te ama y quiere que experimentes la libertad del perdón. Pide al Señor que te ayude a perdonar a los que te han lastimado. ¡Que Dios te llene con bondad y compasión!

Consejo para el maestro: Debes estar disponible después de la clase para hablar con los niños que quieran hablar contigo acerca del perdón o tal vez quieran que tú ores por ellos. Tu apoyo puede ayudarles a tener el valor de decir por primera vez las palabras “te perdono”.

Si tienes tiempo, comparte esta canción con los estudiantes:

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